Los 47 leales samurai




Viajar al Japón y no visitar el templo Sengakuji 泉岳, a quienes les interesa las Artes Marciales Tradicionales en general y la comprensión de la filosofía del Budō 武道 en particular, es como dejarse algo muy importante por conocer. La cultura marcial japonesa se desgrana en muchísimos puntos esenciales, citas históricas o simplemente genios aislados que nos han legado no tan sólo las técnicas o las tácticas que tanto nos gustan, a los occidentales practicar, sino también la esencia filosófica, una forma de ser, una forma de vivir y lo más inexplicable para nosotros una forma de morir.

Hasta el principio del siglo XX arriba de la colina donde está ubicado el templo Sengakuji era posible ver la bahía de Edo 江戸, el antiguo nombre de la actual macro ciudad de Tōkyō 東京. Pero en los finales del mismo siglo toda la colina está llena de edificaciones, viviendas y oficinas que rodean e incluso esconden el templo; y nos costaría llegar has éste sino fuese por un pequeño rotulo que nos indica el camino, en la misma salida de la boca del metro. pero todo está mezcolanza de coches y de personas con prisa urbana se desvanece cuando traspasas la entrada del recinto de este templo budista.

              Pintura de un actor de teatro en el papel de Ōishi Yoshio

El templo Sengakuji está dedicado a cuarenta y siete héroes japoneses, denominados con el título de los "47 leales samurai de Akō"( Akō Gishi  赤穂義). Para descifrar la historia de estos personajes nos trasladaremos por el túnel del tiempo hasta el año 1701, y más concretamente al mes de abril. En esta época el Japón estaba bajo el poder del Shōgun Tokugawa Tsunayoshi 徳川 綱. El emperador Higashiyama  estaba alejado del poder real, para enterarse de los hechos que sucedían en el Imperio envió tres representantes, dos en su nombre y uno en el del emperador retirado Reigen  , a la corte del Shōgun. Para la recepción de estos embajadores imperiales se preparó un acto protocolario, y se encargó esta responsabilidad al Daimyō 名  Asano Naganori  浅野長  de Akō. En un principio y a pesar de ser una buena ocasión para conseguir los beneplácitos del poder, el Señor Asano de Akō renunció a la cuestión, pero desgraciadamente fue convencido por sus amigos para aceptar el encargo. Para desarrollar su labor lo mejor posible pidió consejos a un viejo jefe de protocolo de nombre Kira Yoshinaka 吉良 義, pero éste enterado de toda la maniobra estaba muy celoso de Asano, pues le hubiese gustado ser escogido él. El Daimyō Asano, un samurai alejado de las intrigas de la corte, se dejó asesorar por el malvado Kira, quien lo engañó absolutamente para que todo le saliese erróneamente. La recepción a los embajadores imperiales llegó y Asano Naganori se encontró perdido, inmerso dentro del fastuoso protocolo, sintiéndose traicionado por su consejero, le pidió explicaciones in situ, pero Kira se rió delante de su propia cara, lo cual provocó al Señor Asano a herirlo levemente con su wakizashi  (sable corto) .


                                      Asano atacando a Kira dentro del palacio

Este hecho, desenfundar un arma dentro del palacio del  Shōgun era un delito, que se castigaba con la pena capital. Asano a sus treinta y seis años de edad fue invitado, siguiendo las normas de honor de los samurai, a suicidarse con seppuku  (suicidio ritual de los samurai) y se le confiscó todos sus bienes. De esta forma los trescientos samurai que estaban a su servicio se transformaron en trescientos rōnin  , guerreros de aventura, sin protección de un daimyō, sin sueldo. 


Asano en la ceremonia de su  seppuku

Pero cuarenta y siete de estos guerreros juraron vengar a su Señor, liderados por el valeroso samurai Ōishi Yoshio 大石 良. Pero la venganza era difícil, el traidor Kira, se había encerrado en su residencia rodeado de un ejército de guerreros. Ōishi Yoshio decidió que lo mejor era dispersarse, seguir una vida poco digna para un samurai, y así después de ser insultados y ridiculizados durante dos años consiguieron que Kira se confiase y fuese disminuyendo la vigilancia, la cautela y su recelo.


Estatua dedicada a Ōishi Yoshio en el templo Sengakuji 


Y llegó el día esperado, como si fuese el aniversario de una felicidad o el final de una condena, tanto tiempo esperando poder cumplir su deber, con esta sensación interior que les roía las entrañas cada vez que decían o hacían algo que les alejase de la noble venganza de su Señor. Y llegó la noche, la noche escogida, por fin podían tirar sus vestidos casi harapientos y olvidar su vida marginal. Se bañaron con agua lo suficientemente caliente para que les templase el alma, se perfumaron el cuerpo para que les gozase el espíritu, y con todo cuidado y parsimonia posible arreglaron su peinado y volvieron a vestir la ropa de samurai de Akō, orgullosos del escudo; a pesar que nunca había cambiado la personalidad en lo más profundo de su conciencia, sino que se habían disfrazado, en ese momento volvían a sentirse ellos mismos su ropa, sus armas.... Y llegó la ocasión esperada, por fin podrían materializar su deseo: castigar al malvado.


Los samurai del clan Akō preparandose para realizar la venganza

Ōishi Yoshio aprovechó el crudo invierno de 1703 para dirigirse con sus compañeros hacia el rico barrio de Honjo本所, donde Kira tenía su residencia, cerca del gran puente de madera que atravesaba el rio Sumida . Con dos barcas y haciendo el mínimo ruido posible los cuarenta y siete guerreros leales llegaron a la otra orilla y cuando aumentó la tormenta de nieve, que estaba cayendo toda la noche, atacaron la mansión de Kira.


Inicio del ataque a la residencia de Kira

Mientras los extrañados guardianes de Kira luchaban valientemente para intentar detener el ataque de los cuarenta y siete leales, Kira se escapó de forma muy cobarde del enfrentamiento y se escondió. Una vez vencidos los defensores de Kira los leales samurai encontraron al traidor y cortésmente le invitaron a suicidarse con seppuku, Kira se negó y fue decapitado.


Kira es descubierto por los guerreros de Akō

Y con los primeros rayos de sol de la alborada postraron la cabeza del impío Kira en el sepulcro de su Señor. Una vez efectuada su venganza (Kataki uchi 敵討) se entregaron voluntariamente a la Justicia, la cual a pesar de las protestas populares, les condenó a cumplir el seppuku. Y fueron enterrados al lado de su Señor, Asano de Akō, en el templo Sengakuji.


Ofrenda de la cabeza de Kira a la tumba de Asano

Desde un principio fueron considerados como héroes, y aun en la actualidad después de más de trescientos años continúa la peregrinación de los japoneses a sus tumbas para rendir su consideración y admiración. Y se puede observar como humea los inciensos ofrecidos en cada una de las tumbas cada día, aun en el día de hoy.

Los cuarenta y siete leales guerreros testimoniaron con su vida las virtudes del Bushido: Giri 義理 (lo que se ha de hacer para conservar el honor, la obligación social y moral, el deber de cada uno), ChŪgi 忠義 (la lealtad), Makoto (la fidelidad a la verdad, Shiki 士気 (espíritu combativo), entre otros.

Tuvieron la magnanimidad de dar primero su honor y más tarde su propia vida por la lealtad a su Señor, como así les obligaba su deber de samurai. Dar todo lo que se tiene fue un ejercicio supremo de generosidad. Resuelto en todo momento con una sincera firmeza del espíritu.


El autor en el cementerio de los 47 leales samurai

El recinto del templo está dividido en diferentes zonas, el cementerio donde están las tumbas de los guerreros con una estela funeraria por cada uno de los samurai, en la cual se indica con ideogramas su nombre, la condición de samurai y el fatídico final (seppuku). Otras construcciones del templo son: El pabellón central donde hay un altar budista, así como diferentes pabellones donde habitan los monjes. También podemos encontrar un museo donde se conservan diferentes objetos personales de los héroes: armas, cascos, armaduras, etc..; y reproducciones en madera y dibujos de los cuarenta y siete samurai.

Estelas funerarias del cementerio del templo Sengakuji

Pero seguramente lo que más sorprende al visitante es una pequeña fuente, casi minúscula, que se encuentra saliendo del espacio utilizado como cementerio. En esta fuente rodeada por los lados de árboles enanos, verdes helechos y musgo hay un rótulo de madera escrita con pincel y casi borrado la siguiente frase: "Aquí es donde la cabeza fue lavada, no mojéis vuestros pies ni vuestras manos". La inscripción no dice de quien es la cabeza, todos los peregrinos lo saben, era la cabeza del traidor Kira que fue lavada en esta pila antes de depositarla, ceremoniosamente, ante el sepulcro de su Daimyō: el Señor Asano de Akō.


"Aquí es donde la cabeza fue lavada, no mojéis vuestros pies ni vuestras manos"

Pau-Ramon

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